El Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, situado en Barcelona, es una de las obras más conocidas del arquitecto catalán Antonio Gaudí, principal representante del modernismo en España. Esta obra, conocida como “La catedral de los pobres”, fue iniciada en el año 1883, cuando Gaudí tenía solo 32 años, y los trabajos continuaron hasta 1926, año de la muerte del arquitecto. El edificio quedó inconcluso, pues solo se habían construido el ábside, el transepto y parte de las naves (90 metros de largo por 15 de ancho).
La obra resulta inclasificable, por las características estilistas del propio autor, pero está a caballo entre su personal neogoticismo y el modernismo imperante en la Europa de la época. La concepción de la obra responde al espíritu de las grandes catedrales medievales, especialmente por la potencia y multitud de torres que ideó, que aportan un espectacular sentido ascensional perfectamente plasmado en los bocetos. Sin embargo, este neogoticismo está modificado por el modernismo, que busca emular las formas naturales: todos los elementos, desde las columnas hasta las ventanas, surgen a partir de exhaustivos cálculos, pero conservan sus referencias naturales, junto con el profundo sentido religioso que Gaudí imprimía a todas sus obras.
La mayoría de los dibujos y bocetos del arquitecto se perdieron en un incendio en el año 1936, pero los avances técnicos han permitido desvelar las leyes geométricas que organizan las estructuras, y continuar así en la actualidad con la construcción del templo. En el exterior, la iglesia se caracteriza por su ligereza y verticalidad. Gaudí diseñó dieciocho torres (actualmente hay ocho), de más de 100 metros de altura, y rodeadas por un singular claustro. Las torres tienen un significado religioso: las tres grandes fachadas estarían flanqueadas por cuatro torres campanario cada una, doce en total, dedicadas a los doce apóstoles; la torre principal, de 170 metros de alto, estaría situada sobre el cimborrio, y sería el símbolo de Cristo; esta torre sería rodeada de otras cinco, una dedicada a la Virgen María, sobre el ábside, y las otras cuatro dedicadas a los evangelistas.
Todas las torres son ligeras y esbeltas, con ventanales calados que tienen pestañas inclinadas para difundir mejor el sonido de las campanas tubulares que Gaudí pensó para esta iglesia.
En planta, la Sagrada Familia es de cruz latina, siguiendo las características propias de la arquitectura gótica: los bocetos muestran un cuerpo de cinco naves longitudinales, la central más ancha que las laterales; el transepto está formado por tres naves, con las portadas en sus extremos (Portada del Nacimiento y Portada de la Pasión). El ábside está rodeado por una girola o deambulatorio, con siete capillas poligonales sobre la cripta. El interior del templo imita a un bosque: las columnas inclinadas serían los troncos de los árboles, que se abren en ramas que sostienen en distintos puntos las bóvedas estrelladas, que serían las copas frondosas de los árboles, evitando así la necesidad de contrafuertes exteriores. La luz de los ventanales se filtra a diferentes alturas a través de estos árboles de piedra.
Gaudí creó unas bóvedas novedosas, de atrevidas combinaciones de figuras geométricas, que engendran un juego de estrellas, de llenos y vacíos, y de formas abiertas y cerradas, que crean espectaculares efectos lumínicos. Con todo ello, el arquitecto creó lo que se denomina una “estructura arborescente”, con la que lograba superar las limitaciones del Gótico para soportar grandes cargas. Esta estructura permitiría que el visitante, al entrar en el templo, tuviera una visión unitaria del interior, y que la mirada se dirigiese hacia el presbiterio, donde se encuentra el altar mayor elevado sobre la cripta, y culminado por un enorme Pantocrator de mosaico iluminado por luz cenital.
Todos los elementos de la Sagrada Familia tienen una profunda simbología religiosa. Las fachadas, igual que las catedrales medievales, son como biblias en piedra: en la portada del Nacimiento, realizada por Gaudí, se describe la infancia de Jesús. En la portada de la Pasión, realizada a finales del siglo XX por el escultor catalán José María Subirachs, se describe la muerte y la Pasión de Cristo. Y en la portada principal, de la Gloria (no construida), se explicaría el camino de la redención.
ESPERO QUE SE TERMINE PRONTO POR QUE UN PROYECTO DE ESTA MAGNITUD NO PUEDE QUEDAR A MEDIAS
ResponderEliminarespero que la terminen, un monumento tan importante para la arquitectura catalana tiene que estar terminada.
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